La historia de Peter Wilde

De familia con muy buena reputación en Clifton, William Porter tenía un gran futuro para cualquier cosa que se propusiera. Desde pequeño se dedicó plenamente a estudiar todo aquello que le llamara la atención: matemáticas, historia, ciencias, literatura, psicología, informática, hasta derecho ya más entrado en la adolescencia (influenciado por su padre, que era abogado)… Era un niño pródigo. No tenía muchos amigos, pero tampoco desentonaba entre el resto para que se metieran con él, así que nadie se lo hacían pasar mal, y no le importaba estar solo. Era un chico tímido pero alegre para sí mismo; no perdía la esperanza ni la ilusión. Sólo necesitaba un libro para ser feliz. El ambiente en casa era perfecto; Will era hijo único, y sus padres se desbordaban en él. Nicholas, importante abogado, y Jessica, profesora en el colegio de William, eran unos padres orgullosos de su hijo. También estrictos, aunque no se preocupaban mucho por él, ya que sabían que era aplicado, sensato y un apasionado de la cultura, y que no tendría ningún problema para hacer lo que quisiera hacer en un futuro. Ellos le apoyarían siempre. Puede que esta libertad y confianza desde tan temprana edad diera más fácilmente pie a la rebeldía que nacería en William unos años más tarde, porque a pesar de estar solo siempre y de estar muy centrado en sus obligaciones, no era lo suficientemente maduro como para ver lo que está bien o mal.



El problema llegó cuando el verano antes del último curso en el instituto fue a un campamento de verano. Allí nadie le conocía, estaba incluso más solo que en el instituto. Los instructores y profesores sin razón aparente le cogieron manía (''el niño sabe demasiado''). No dejaban que participara en las actividades y lo apartaban del resto de los chavales, que a su vez también le dieron la espalda. Nunca los adultos le habían tratado así. Los amigos de sus padres, en las reuniones y fiestas en casa, siempre le habían tratado bien, más o menos le comprendían y admiraban que un chico desde ya los trece años diera señales de tan sobresaliente inteligencia y que por ello no fuera una persona ni orgullosa ni antipática, sino todo lo contrario. Pero esta vez no pasó eso, y su sensibilidad se vio colmada después de tantos años sin importarle la opinión de los demás. Ya había pasado demasiado tiempo como para que la sociedad siguiera sin aceptarlo. La especialísima personalidad de Will se alteró y perturbó.



El futuro prometedor que todos veían en él se borró. El sueño de Oxford o cualquier universidad de prestigio se rompió en mil pedazos cuando llegó a segundo de bachiller y se juntó con gente con la que no debía juntarse, maleantes y freaks. Su carácter se agrió, la chispa reservada pero alegre que tenía siempre en el rostro desapareció, pero aprendió a relacionarse, se hizo más dicharachero y le fue más fácil tratar y que le trataran, aunque esto también le causaba problemas porque se le iba la lengua y provocaba a quien no debía. Maduró y tuvo más conocimiento de sus derechos, volviéndose rebelde y saltando a la mínima que viera que peligraba su libertad, para no dejar que nadie le cortara las alas o le tapara la boca. Empezó a saltarse las clases, a bajar la sobresaliente nota media que le precedía y a meterse en problemas, bromitas de mal gusto y comentarios salidos de tono seguidos de sonrisitas burlonas que acababan en peleas a la salida del instituto o sin demora alguna en los pasillos o en los lavabos. Se sentía más vivo y parte de algo por primera vez en su vida. Su madre, al compartir más tiempo con él en el colegio, se alarmó bastante e intentó hablar con él, pero William siempre le daba largas o le gritaba para que lo dejara tranquilo, subiéndose a toda velocidad a su cuarto y dando un portazo. Sus padres no entendieron este cambio tan radical y estaban muy intranquilos con la evolución de su hijo. Cuando William empezó a faltarles al respeto y a aparecer a altas horas de la noche con marcas de pelea, moratones y sangre, muy preocupados, quisieron internarlo y que fuera a un psicólogo.



Will no iba a permitir que le encerraran y huyó de casa, Clifton, refugiándose en la gran ciudad británica, Londres. Este hecho destrozó a su madre y decepcionó a su padre, y manchó el buen nombre que los Porter tenían entre sus más allegados en Clifton. Se cambió el nombre por Peter Wilde para que no pudieran localizarle. Diecinueve años y en la gran ciudad; decidió empezar de nuevo. Tenía un fondo de inversión y bastante dinero en el banco, dinero destinado para la universidad. Sabía lo justo de economía, así que no le fue difícil controlar su dinero. No llegó a tener tarjeta de crédito para que su localización fuera menos probable. Con ese dinero y durante periodos de tiempo cortos, se apuntó a cursillos de cualquier cosa interesante que se le pusiera por delante para aprovechar y seguir cultivando su mente. La información fluía dentro de él, y aunque en su vida cotidiana no hacía uso de ella (excepto en su economía) y sabía que tampoco le llevaría a ningún lado, le gustaba aprender. El alejarse de su pasado hizo que su antiguo yo renaciera, que la felicidad que le caracterizaba apareciera de nuevo poco a poco, pero siguió siendo un hueso duro de roer, frecuentando compañías y lugares que no le convenían. Lo que más le importaba era ser un espíritu libre, no tener nada planificado y hacer lo que le surgiera en el momento. Se sentía superior y bien consigo mismo. Puede que no fuera un espíritu puro, que estuviera sumido en toda esa rebeldía y rabia hacia el mundo, pero tampoco pensaba en ello demasiado; simplemente quería vivir, como fuera y haciendo lo que quisiera. Esta forma de pensar tan desesperanzada y carpe diem le corrompió: empezó a dejarse llevar demasiado, a beber y a tomar drogas, a estar noches enteras por las calles de garito en garito y metiéndose continuamente en líos; las peleas ya eran constantes, aunque aún no demasiado graves. Las drogas le hicieron mella en el físico (si por naturaleza ya era un chico muy delgado, su salud merma por el consumo de sustancias) y muchas veces se sentía cansado y sin fuerzas, lo que le hacía tomar más para tener esa euforia y vitalidad. Tras un accidente de coche, decidió con mucho esfuerzo y trabajo dejarlas y disminuyó un poco su consumo del alcohol, al igual que su actividad nocturna. Si después de todo lo malo que le pasará en los años siguientes no piensa en ningún momento en quitarse la vida es debido a este accidente, porque le tiene miedo a la muerte, y porque sus ganas de vivir, por muy mala que sea la situación, son enormes, además de que sigue esperanzado de encontrar en algún momento su lugar en el mundo, a pesar de que a veces piense que no lo encontrará.



Después de toda esa mala etapa con las drogas, decidió no volver a los cursillos. Al dejar sus actividades instructivas, tuvo más tiempo para sí mismo, lo que le dio más tiempo también para pensar y recapacitar sobre sus actos. Una parte de él sentía la necesidad de encontrar un trabajo de verdad, e incluso hubo un momento en el que pensó en volver a Clifton, dejar que sus padres hicieran lo que quisieran con él, encerrarlo, reformarlo y todas esas cosas que se hacen con la gente enferma y los locos, y cuando todo volviera a la normalidad, ir a la universidad, realizar cualquiera de los sueños que hubiera tenido en el pasado o incluso seguir los pasos de su padre y hacerse abogado, formar tal vez una familia... Pero el Peter oscuro lo silenció rápidamente; tenía demasiada rabia y ansias de vivir por su cuenta como para mirar atrás. Tras un mutuo acuerdo de las dos caras de la moneda, de la sensata y sensible y de la salvaje y ambiciosa, decidió ir a bibliotecas y leer, leer y aprender por su cuenta.




Pasados unos años, ya con veintidós años, sus padres encontraron la forma de paralizar su cuenta en el banco, lo que le hizo caer en picado. El casero del piso de alquiler en el que llevaba viviendo desde que llegó a Londres lo echó, y estuvo una temporada en la calle. Tenía que ganar dinero a toda costa, pero no con algo tan vulgar como camarero o una chorrada por el estilo, así que decidió recurrir a la prostitución de lujo. Era atractivo y estaba en forma, y más desde que dejó atrás las drogas y el alcohol. Sabía tratar con mujeres y hombres por igual, coquetear, conversar y aparentar ser lo que quisiera, y tenía los recursos y contactos necesarios para dedicarse a ello. Se compró un par de trajes decentes y empezó a frecuentar bares más lujosos y presentables que a los que solía ir. Tanto mujeres como hombres, políticos, secretarias, abogados, empresarios, gente rica y gente importante en general, y siempre tomando precauciones, la prostitución le proporcionó dinero suficiente para alquilar una habitación en un motel y tener algo de estabilidad. A pesar de levantar cabeza, el tener que vender su cuerpo le bajó la moral e hizo que se odiara a sí mismo. Aquí es donde más indefenso y vulnerable se siente, parte de su ser está podrido y le da asco. Odia todas y cada una de las decisiones que ha ido tomando a lo largo de los años, pero odia aún más a todas esas personas que le han rechazado. Sus sentimientos contradictorios de amor-odio hacia sí mismo no le servían pues de nada. Sus padres quitándole el dinero fueron la gota que colmó el vaso; podrían haber dejado que su hijo siguiera el curso de la vida, aunque estuvieran preocupados por él, y en cambio tramaron esa estratagema para obligarlo a volver a casa, pero eso no iba a pasar, porque su cruda y difícil independencia significaba mucho para él y después de ese golpe económico sabía que si volvía a Clifton las cosas iban a ponerse peor. Si sus padres le habían congelado la cuenta, ya nunca sabrían si su hijo estaba bien o no, porque no daría señales de vida que ellos pudieran recibir. Según Peter, él ya estaba muerto para sus padres.




Al no tener apenas vida social ni gente cercana, no hizo falta llevar una doble vida. Pero la prostitución no fue un camino de rosas. Además de que no se sentía bien consigo mismo por hacerlo, no todos sus clientes eran iguales, y más de una vez se topó con gente peligrosa que se lo hizo pasar muy mal, que abusaron de él y le explotaron; incluso sufrió violencia física. Peter tuvo que reducir su lista de clientes, quedándose prácticamente con las mujeres y algún cliente masculino que sí merecía la pena, y borrando para siempre a todos esos sujetos detestables, sin olvidarlos para poder vengarse de ellos cuando creyera conveniente. Algunas de las personas con las que antes se veía, aquellas a las que Peter dejó para no recaer en las drogas y el alcohol, se enteraron de a qué se dedicaba ahora y se armaron contra él, porque es bien sabido que la prostitución, la que sea, es rechazada por la mayor parte de la sociedad, repudiando a los que la ejercen, y aunque a esas personas poco debería importarles lo que Peter hiciera ahora, siempre viene bien propinarle unos cuantos puñetazos a alguien. Cayó en desgracia económica otra vez, porque las palizas le dejaban marcas muy duras y no podía atender así a sus clientes. Peter tuvo la extraña suerte de que una de sus clientas más habituales se compadeció de él por un tiempo, dándole cobijo y compañía. Esto le ablandó bastante, volviendo a hacerle mejor, volviendo el Peter bueno y sensible. Gracias a la mujer se alejó por completo de todo lo malo que había en su vida, y también de las malas compañías, además de que le obligó a prometerle que no se metería en peleas, por leves que fueran, por diversión. Peter logró salir de nuevo del hoyo. Siguió prostituyéndose, porque era lo único que le daba dinero, a pesar de que su clienta le aconsejó que tomara un trabajo, el que fuera, pero él rehusó la idea. Sus metas no estaban a su alcance y nunca lo estarían, así que no iba a complicarse la vida intentando llegar a ellas. La mujer, que estaba casada y había mantenido a Peter en un piso franco alejado de las sospechas de su marido, tuvo que echarlo de allí, porque el marido lo encontró y, si no fuera por ella, Peter se habría llevado otra paliza, y esta vez probablemente mortal. El dinero que había conseguido ahorrar y no derrochar en bebida le proporcionó una cama en un motel. Su personalidad se equilibró un poco; seguía defendiéndose de todo y de todos con su rebeldía, aspereza y humor sarcástico, pero todavía no ha encontrado a nadie, a ningún amigo de verdad con el que ser él mismo, aunque poco le importaba si no llegaba a encontrarlo. Siempre había estado solo y ya se había acostumbrado a conseguirlo todo él mismo. La vida le había dado bastantes reveses, pero por fin tenía un poco de estabilidad emocional y física, y siguió así hasta día de hoy. Había vivido siete años completamente solo y había podido con todo lo que se le puso por delante. Sin ninguna duda, era un superviviente.



Actualmente, sigue ejerciendo la prostitución. Al no estar aún satisfecho con esta decisión, a pesar de ser lo único que le proporciona dinero y debido también a haber reducido su lista de clientes, no está ocupado al completo, por eso no gana tanto como podría y sigue viviendo en un motel. Se ha alejado, tal y como prometió, de las malas compañías, el alcohol, las drogas y todo lo malo que hubo una vez en su vida, aunque no ha podido mantener la promesa de no meterse alguna que otra vez en peleas. No puede evitarlo por su forma de ser y de tratar a los demás, de ir pinchando a todos si se aburre o necesita acción. Aún va a bibliotecas para leer, lo único que le mantiene vivo y le fortalece. Sigue siendo un renegado de la sociedad y no ha encontrado su sitio en el mundo, y es ''feliz'' con ello.


Peter Wilde (Descripción general)

(Ben Whishaw, aka Peter Wilde)

  • Nombre completo: William Porter/Peter Wilde.
  • Fecha de nacimiento: 14 de noviembre de 1988, Clifton (Reino Unido).
  • Familia: Su padre, Sir Nicholas Porter, honorable y muy respetado abogado de Clifton, y su madre, Jessica Farrow, profesora de ciencias en el Clifton College.
  • Físico: 1'75 m. de altura, pelo oscuro ondulado, ojos azules, complexión delgada. Suele vestir jerseys desaliñados y viejos y trajes de segunda mano y anticuados.
  • Ocupación: Él mismo no considera que la prostitución (de lujo) sea una ocupación, sino sólo una vía de ganancias económicas. También opina esto porque no se siente a gusto del todo con ello. La prostitución conlleva sus riesgos, e intenta ser lo más discreto posible, por su seguridad y por la de sus clientes.
  • Estudió en el Clifton College, pero dejó los estudios en el último año.
  • Personalidad: Rebelde, un viva la vida, de personalidad difícil de manejar y comprender, pero en realidad es una buena persona. Es muy desconfiado, irritante y sarcástico, siempre a la defensiva, todo ello un escudo para que sea él el que hiere y no al que hieren. Su faceta despreocupada y cautivadora de rebelde sin causa resulta realmente atractiva e irresistible, lo que le viene muy bien a la hora de relacionarse con cualquiera, pero en especial con sus clientes. Muchas veces provoca a desconocidos con sus palabras afiladas y su tono burlesco, lo que le supone acabar metido en peleas. Es muy inteligente, tiene una mente muy cultivada y amplia, pero oculta todo ese gran potencial. Es decidido, con las buenas y con las malas decisiones, y no deja que haya ni un atisbo de duda en nada de lo que hace. Por dentro es totalmente diferente al caparazón que lleva a cuestas: es muy frágil, simpático y sensible, y sabe que muchas de las decisiones que toma no son buenas para él. Solamente cuando está solo es él mismo, el chico vulnerable de sonrisa tímida, deseando que alguien le sonría o le diga una palabra amable. Sólo necesita que alguien se interese de verdad por él, aunque le costará mucho ser agradable y confiar en cualquiera. El tener que aparentar ser otra persona según la situación en la que se encuentre le otorga unas dotes de interpretación muy interesantes.
  • Relaciones: Conoce desde a la gentuza más detestable de las calles hasta a destacados personajes de actualidad, sobre todo políticos. La prostitución le ha abierto muchas puertas, algunas bastante importantes. No todos sus clientes le llaman para mantener relaciones sexuales; muchos de ellos sólo buscan a alguien con quien pasar el tiempo y desahogarse, hablar, pasar una noche alejados de sus obligaciones. Sabe cosas, y si en algún momento lo necesitara, no dudaría en utilizar esa información en su beneficio. La facilidad de Peter de actuar y aparentar ser otro cuando quiera le viene de perlas para todo esto.
  • Aficiones: Como ya es demasiado tarde para ir a la universidad, y debido a su alto interés en aprender más y más, a veces va a la biblioteca y se pasa horas leyendo libros variados y enciclopedias generales. Le gusta especialmente la música rock y grunge y las baladas.
  • Residencia: Antes cualquier motel de poca monta de Londres. Actualmente reside en Raveley Street.